miércoles, 22 de enero de 2014

NERVIO CIATICO

La salud del nervio ciático
Escribe Olga Nicosia 


Lumbalgia, lumbociática, lumbociatalgia, ciatalgia... Cuando aparece un malestar en la zona lumbar o irradiaciones al miembro inferior con molestias sensitivas y/o motoras, comienza un viaje: investigar de dónde viene ese malestar, cuál es su origen y luego qué hacer para resolverlo. Un largo viaje a la historia del sujeto que sufre: sus hábitos, sus emociones y la manera de expresarlas (o no), su profesión, sus aprendizajes saludables (y los otros), su manera de ser y estar en el mundo.
Síntomas
Cualquiera sea el mecanismo desencadenante, se presentan dos tipos de síntomas:
Dolor: El dolor por la compresión del ciático puede ser un dolor lumbar quemante, combinado con dolores que se irradian por la nalga, por la cara posterior del muslo, la cara posterior o externa de la pierna, y a veces, llega hasta el dedo gordo del pie. Generalmente, aumenta con el ejercicio, los esfuerzos, la tos, los estornudos, y al agacharse.
•Déficit en la función: A nivel funcional, puede provocar entumecimiento y pérdida del control motor de la pierna (por la interrupción de la conducción nerviosa), con debilidad para flexionar la rodilla, dificultad para realizar ciertos movimientos del pie, y debilidad o ausencia del reflejo Aquileano en los casos más graves.
Causas
• Lesiones de los discos intervertebrales: protrusiones, hernias de distinto tipo que pueden agredir a las raíces nerviosas que salen de la médula, por disminución del espacio intervertebral o compresiones, visibles en radiografías y/o resonancias magnéticas.
Su influencia en los dolores lumbares y/o ciáticos tiene que ver con su función y la cercanía con otras estructuras. (Ver Kiné Nº87)
• Bloqueos articulares: especialmente de las articulaciones intervertebrales y la sacroilíaca, por disfunciones, procesos de hipermovilidad, hipomovilidad, artrosis, etc.
• Alteraciones miofasciales: espasmos musculares, hipertonía por posturas sostenidas en el tiempo, factores emocionales que alteran el tono muscular, desequilibrios fasciales (especialmente en la fascia tóracolumbar). Los músculos que más pueden influir en la columna y/o en el recorrido del ciático son: psoas ilíaco, espinales, cuadrado lumbar, abdominales, diafragma, piramidal.
• Disfunciones viscerales: inflamaciones, infecciones, tumores, etc. a nivel de las vísceras abdominales y pélvicas afectan a los músculos cercanos por facilitación medular (ver recuadro de la derecha) y pueden ser origen de irritación ciática.
• Alteraciones posturales: que pueden afectar a los discos intervertebrales, ligamentos, músculos, fascias, etc.
• Otras: metástasis de cáncer visceral, infecciosas, virales, estenosis (achicamiento) del canal raquídeo que comprime a la médula y/o a las raíces nerviosas.

Tratamiento
Con frecuencia, el grado de complejidad de las causas dificulta el diagnóstico necesario para que el tratamiento resulte eficaz. Si la causa es muscular, se puede aliviar con masaje. Si es osteoarticular será necesario rehabilitar la movilidad alterada. Si es visceral, corresponderá corregir las disfunciones orgánicas. En cualquier caso resulta importante una mirada que integre todos estos aspectos. Es conveniente, además, recurrir a terapias complementarias que ayuden a reducir la medicación analgésica. Y tener en cuenta que los analgésicos muy fuertes eliminan los síntomas que podrían guiar al terapeuta en la búsqueda de las causas. Cada dato puede ser una pista útil. Por ejemplo: aumento del dolor al estornudar o toser está indicando una posible hernia discal, la imposibilidad de andar en puntas de pie indica una posible lesión de la raíz que sale de Sacro1, la imposibilidad de caminar sobre talones indica una posible lesión de la raíz que sale de Lumbar.
En los períodos agudos lo más aconsejable es evitar todo movimiento que agrave los síntomas y consultar a un médico especialista. Respetar las posturas antál­gicas (que buscan evitar el dolor). Y, dentro de lo posible, relajarse y descansar.
Prevención
Desde la adquisición de la postura erecta, la zona cervical, lumbar y los pies parecen ser los lugares de mayor exigencia y dificultad de adaptación. El sedentarismo hace que los tejidos pierdan elasticidad, los distintos grupos musculares se desequilibren y aumenten los riesgos de que aparezcan lesiones.Como prevención hay que volver de la actividad física de nuestros “ancestros”, las “antiguas acciones”: reptar, arrastrarse, rodar, traccionar, trepar, cuadrupedias, caminar, saltar, nadar, jugar, bailar...
En la postura sentada, la presión intradiscal aumenta en un 50% más que estando parado y si la persona sentada, lo hace con flexión de columna, aumenta mucho más.
 Los movimientos más riesgosos son los que exigen sostén de peso en flexión con rotación de columna y en extensión con rotación.
Una propuesta de prevención debe incluir:
• mejorar la movilidad de la columna; • optimizar el equilibrio entre la flexibilidad y la fuerza de los distintos grupos musculares; • elongación de la cadenas miofasciales anterior y posterior; • buena movilidad de las articulaciones coxofemorales; • mejorar la postura sentada y descansar cambiando de posición cada media hora durante las actividades sedentarias.
Olga Nicosia es Kinesióloga, Osteópata, RPG. Prof. de Expresión Corporal. Titular de la Cátedra de Sensopercepción del Departamento de Artes del Movimiento del IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte).

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